“Sueños de colores intensos, llenos de signos radiantes fluyendo en el espacio, apariciones con poder de crear mundos reales, letras disolviéndose en hilos luminosos pasando por un cielo nocturno sin fin. Signos derivados de alfabetos raros en idiomas desconocidos o signos completamente nuevos elevándose de la profundidad de todo ser. Mis manos bailaron sobre el papel dejando huellas de crayón de pastel en múltiples colores, difumando con las puntas de mis dedos el polvo de color como nubes sobre el papel arroz japonés: translúcido baile al ritmo de una música rara emergiendo de la profundidad del cosmos.” (De mi libro Translucid, Oaxaca, 2019, página 8)

La obra presentada en esta exposición está basada en movimientos y signos caligráficos, espejados con las dos manos, reflejando los dos hemisferios cerebrales. Soy ambidiestra de nacimiento y he usado desde siempre la izquierda para pintar y dibujar mientras las dos manos me sirven para escribir. De ahí he desarrollado a lo largo de mi vida mi literatura, poesía, mis pinturas con diferentes medios y cerámicas. He observado el avance de la neurociencia en los descubrimientos acerca del cerebro ambihemisferical.

Según las más recientes observaciones científicas del cerebro humano y del cosmos, varios investigadores están reportando la asombrante similitud entre la estructura/los funcionamientos del cosmos y de la red neuronal de nuestro cerebro. Se sugiere la idea de que el cosmos se crea y se recrea siguiendo los mismos caminos que el cerebro humano, una idea muy parecida a lo que muchas filosofías y escuelas espirituales del mundo han postulado desde milenios: que el cerebro humano sea una pequeña reproducción de las fuerzas cósmicas creadoras del universo y que los humanos seamos capaces de conectarnos hasta cierto grado con las mismas.

En la historia humana se observaron los efectos de un equilibrio ambihemisferical cerebral desde hace  milenios en el chamanismo prehispánico mexicano. El antropólogo Carlos Castaneda ha escrito una serie de libros, testimonios de esta escuela filosófica-transcendental.

“Las enseñanzas de Don Juan“, es el primero que leí al llegar a México por primera vez. La famosa introducción del premio Nobel de literatura mexicano, Octavio Paz, empieza con una referencia al poeta-pintor Henri Michaux. Me causó curiosidad ya que veía siempre similitudes entre su obra pictórica y la mía – y esto tiene sus motivos.

La iniciación chamánica ocurre casi siempre a través de un alucinógeno, la psilocibina o la mezcalina, derivados de un cactus, unos hongos y una planta enredadera mexicana, sustancias reproducidas químicamente en el LSD – y las que consumía Michaux. A través de ellas se logra lo que neurocientíficos hoy día llaman un “reset del cerebro”, en el que el cerebro se abre al uso del hemisferio derecho con sus conexiones emocionales-intuitivas y el intercambio entre los dos lados.

La segunda fase de la enseñanza chamánica consiste en aprender a mantener la facultad voluntaria de moverse entre las consciencias de los dos hemisferios sin ninguna sustancia externa: el llamado “Tonal”, la consciencia racional diaria del hemisferio izquierdo con la cual nos orientamos a través del lenguaje, y el “Nagual”, una consciencia y atención que nos abre una realidad espejada transcendente, cósmica, energética, accesible a través del hemisferio derecho. Facultades dadas por naturaleza a un cerebro ambihemispherical en equilibrio, según mi propia experiencia.

Henri Michaux, al contrario, reportaba y pintaba bajo los efectos de las sustancias: la pérdida de los límites del lenguaje, del razonamiento lógico, visiones, una mirada anterior de la experiencia directa, primordial. Cambian los colores, la luz se vuelve más luminosa, parece translúcido todo el ambiente en un cosmos multidimensional. Existe una realidad aparte que también conoce el “tantrismo budista de la mano izquierda”: en el éxtasis más alto de la unión erótica o en el trance de un baile se llega a estos estados de consciencia, en el llamado Samadhi.

Hay muchas investigaciones hoy día respeto a los dos hemisferios cerebrales hechas por la neurociencia y los técnicos de la inteligencia artificial que reconstruyen con ayuda de la teoría cuántica aplicada en computación el funcionamiento completo de los dos hemisferios. Lo que las milenarias sabidurías del tantrismo y del chamanismo practicaron desde siempre, se vuelve hoy día el conocimiento más revolucionario de la ciencia. En la cosmofísica se considera la posibilidad de una consciencia superior al nivel cósmico, creando, moviendo y diseñando todo el cosmos según las leyes cuánticas en una gran red de información electro-magnética neuronal de la que el cerebro humano forma parte.

El electro-magnetismo es el detalle que falta en la explicación de cuánto tendrá que ver el tantrismo erótico con estados de más alta consciencia. Aquí cabe mencionar la investigación del psicólogo alemán, Dr. Wilhelm Reich, quién descubrió los mecanismos electro-magnéticos en la satisfacción erótica amorosa, y quién buscaba a su compañero Albert Einstein para discutir sobre sus descubrimientos al nivel de cosmofísica. Einstein es el personaje ambidiestro más destacado de la historia al lado de Leonardo da Vinci y Nikolas Tesla. En las vidas y obras de los tres se pueden observar los efectos reales creativas de un cerebro ambihemisferical.

Se logran – encima de una percepción intuitiva casi telepática de la realidad y de los funcionamientos cósmicos de la cual el mismo Einstein ha hablado muchas veces – un poder mental de auto-control de la propia esencia primordial del ser (lo que llamamos „el alma“) de cada individuo y la plena consciencia de uno mismo: una consciencia muy distinta a la simple consciencia de la existencia material generada por algoritmos computados que se pretende crear en los robots humanoides más avanzados. El reconocimiento de la diferencia entre los dos tipos de consciencia es crucial para la valoración de la indiscutible superioridad de la consciencia biológica humana.

Dentro del gran milagro biológico neuronal sensitivo que es el cuerpo humano, el cerebro en equilibrio ambihemisferical nos permite alcanzar la máxima permeabilidad y perceptibilidad y llegar a estados de consciencia transcendentes, a un amor entregado empático conectados con las fuerzas cósmicas. Atrevernos a entregarnos al amor, a enfrentar la transcendencia, la muerte, la inmensidad infinita del cosmos y rendirnos a lo efímero de la vida biológica es lo que llegará a liberar nuestro más alto potencial. La desaparición material y la recreación energética/espiritual (a través de los procesos de transformación cuántica) son leyes cósmicas indiscutibles que podemos observar en todas las áreas de la creación; son inevitables y no se pueden negar ni anular.

Susanne Steines, 10 de Septiembre 2022